martes, 10 de marzo de 2015






Los bordes de la silla se deshacian algunas astillas se engancharon en mis medias, en un goteo metalico los clavos se vomitaban por el suelo, no quiero estar aquí, pero cierro la ventana para que nadie vea, porque todavía no se me ocurre hacer otra cosa. Vuelvo a la silla, rompo el papel porque todavía no se que decir. Yo tenia la culpa, yo estaba allí en medio de una habitación con la luz apagada, yo me resbalaba del mundo, yo respiraba y habia cerrado las ventanas pero siempre las cierro en la noche, duermo en un pasillo hermético y claustrofóbico hasta que desesperadamente pido salir de ese lugar donde se descomponen todas las cosas iguales

Una pieza expresionista, colores iluminados de fuego, las gotas de pintura caen como bombas que persiguen y quieren aplastarme. Los personajes mórbidos, incapaces de movimiento propio rechinan sus dientes emitiendo sonidos, pequeños gemidos incesantes arruinando las palabras y volviendo inmoviles a los verbos, mira hacia atras y vi levantarse un vapor que se elevaba desde un lago de saliva nauseabunda.

Cuando me quedo a escribiendo de noche ocurre, una luz tenue detrás de mi, ya no me doy vuelta, estoy segura que le gusta leer. Reunidos sobre una pila de papeles, nos miramos y reímos, sabiendo que éramos nosotros, cada uno depositado en su propio piso, reunidos, cada uno para el otro.

El barro es evidente, no me enjuago, no me importa lo que pueda verse.










Hipnosis sobre las fotografías, el movimiento se introduce con un viento ligero que se mezcla en los arboles, las caras me dicen sus nombres, un pájaro suspendido extrae por mi aquellas lineas para guardar de nuevo el retrato sin haberlo rasgado. 

Invitada a la casa de la Sra. Baum, tiempo después me sorprendió lo asertiva que fui en aceptar aquella invitación. 
La casa desde afuera era apenas como un árbol más, me quede muy poco allí dentro, desde la ventana ingresó un húmedo aroma, cientos de hojas verdes flotando una sobre otra, lentamente como si el musgo comenzara a subir por mis manos era convocada hacia algún lugar al que sabría llegar. Los senderos confeccionados por misceláneas hojas tostadas, las ramas  que sacuden sonatas mientras aun no ha oscurecido, a medida que avanzo las montañas rotan, o el camino, no lo sé. La escena que encapsula mi vista, recuerdo se ha despegado de un sueño que tuve hace algunos años. Un sonido de pulso iso-crono, prolongado, cuando si apenas parece haber comenzado, como un eco de pequeñas gotas de lluvia, o un corazón, movimiento eterno. 

Veo un movimiento a mis espaldas, mis ojos se mueven rebotando de izquierda a derecha. El miedo le proporciona desmesura a mis ojos, me confiere diseñar las imágenes menos pensadas y proyectarlas, veo entre la agrupación de arboles caminar cuerpos transparentes que centellan una luz lila. El movimiento detrás de mi continua siguiéndome, filtrándose aun mas claro con algún zigzagueo inesperado de mis ojos. Pienso caminar de espaldas 



1940

Veo negro y blanco, es la noche profunda envuelta en fantasmas.

El paisaje se detuvo, en reposo, transformándose en una isla de piedra.