martes, 10 de marzo de 2015






Los bordes de la silla se deshacian algunas astillas se engancharon en mis medias, en un goteo metalico los clavos se vomitaban por el suelo, no quiero estar aquí, pero cierro la ventana para que nadie vea, porque todavía no se me ocurre hacer otra cosa. Vuelvo a la silla, rompo el papel porque todavía no se que decir. Yo tenia la culpa, yo estaba allí en medio de una habitación con la luz apagada, yo me resbalaba del mundo, yo respiraba y habia cerrado las ventanas pero siempre las cierro en la noche, duermo en un pasillo hermético y claustrofóbico hasta que desesperadamente pido salir de ese lugar donde se descomponen todas las cosas iguales

Una pieza expresionista, colores iluminados de fuego, las gotas de pintura caen como bombas que persiguen y quieren aplastarme. Los personajes mórbidos, incapaces de movimiento propio rechinan sus dientes emitiendo sonidos, pequeños gemidos incesantes arruinando las palabras y volviendo inmoviles a los verbos, mira hacia atras y vi levantarse un vapor que se elevaba desde un lago de saliva nauseabunda.

Cuando me quedo a escribiendo de noche ocurre, una luz tenue detrás de mi, ya no me doy vuelta, estoy segura que le gusta leer. Reunidos sobre una pila de papeles, nos miramos y reímos, sabiendo que éramos nosotros, cada uno depositado en su propio piso, reunidos, cada uno para el otro.

El barro es evidente, no me enjuago, no me importa lo que pueda verse.